
Recuerda que el cambio es inherente a todos, y que en función
que nos planteamos y nos damos cuenta de que tenemos que afrontar un cambio en
nuestras vidas, ya hemos comenzado el camino, ese como comentábamos la semana
pasada es el comienzo del mismo.
Posteriormente, hemos de encontrar esa fuerza que nos ayude a
cambiar, esa fuerza que descubrimos dentro de nosotros mismos, el cambio no
puede ser ocasionado por un motivo externo, no debemos de plantearnos cambiar
por otra persona, o por querer conseguir una meta externa; el único motivo, la
única fuerza que debe de motivar el cambio está en nosotros, y debemos de ser
tan importantes para nosotros como para
comenzar ese camino.
Lo ideal en ese momento es centrarnos en nuestra vida,
atenazada por el corsé del tiempo, ese tiempo que cada vez domina más en
nuestras vidas, no tenemos tiempo para nada, nos centramos tanto en conseguir
cosas externas a nosotros, nos volcamos tanto en el éxito, en tapar nuestros
miedos, en ocultar nuestras culpas que al final no tenemos tiempo para nada.
Permanentemente sentimos la presión del tiempo, lo que en
cierta medida contribuye a aumentar nuestras emociones negativas, llámense
tristeza, miedo, etc. Cada día nos volcamos en mantener nuestro empleo, en
buscar fórmulas para llegar a fin de mes, dedicamos más y más tiempo, sin
darnos cuenta del coste emocional que ello lleva aparejado.
En general, la respuesta que solemos dar es que estamos
ocupados, ocupados para salir con los amigos o amigas, ocupados para hacer
deporte, ocupados para… suele ser la respuesta mecánica. Por esta razón no
logramos disfrutar de toda la felicidad potencial que nos rodea, ya que cada
tarea que hacemos lleva junto a ella un potencial de felicidad que no hemos
encontrado, el trabajo, el disfrutar de un paisaje, el estar con nuestros
amigos, con nuestra pareja o con nuestros hijos e hijas.
¿Qué podemos hacer para disfrutar, dentro de esta carrera desenfrenada
que llevamos?
La respuesta tiene una parte buena y otra mala, pero
recuerden qué no hay soluciones mágicas.
Tenemos que simplificar nuestra vida, bajar un poco el ritmo,
sin embargo la buena noticia es que simplificar nuestra vida, hacer menos en vez
de más, no significa que tengamos que simplificar nuestro éxito. Ya que nuestro
éxito como personas está relacionado directamente con nuestro bienestar, con
nuestra salud emocional, con nuestra motivación y nuestros objetivos de cambio
personal.
Por esa razón la primera tarea que tenemos que hacer es ver
en qué actividad, siento que estoy sacrificando mi felicidad por las presiones
del tiempo, y señalar una a una, me daré cuenta que hago demasiadas cosas que
no tienen sentido. Es como el fumador, cuando le preguntas que cigarrillo es
más apetecible, comienza a darse cuenta que solo unos pocos saciarían su
adicción, que los demás son producto de su hábito.
En segundo lugar os planteo que escojáis un día de la semana
y una actividad concreta de ese día donde potenciaremos la vivencialidad de dicha
actividad.
Por ejemplo, podríamos preguntarte desde cuando no disfrutas
de una buena comida, y eso no significa, una comida copiosa, sino disfrutando
de ese ritual que nos genera satisfacción de poner la mesa, un buen vino si nos
gusta, etc.
Lo mismo sucede con otra actividad por ejemplo el tomar una
ducha en forma, etc.
La actividad que os propongo, es que en ese día y con la
actividad o rutina escogida, vamos a evitar el factor tiempo, no nos fijaremos
en él. Disfrutaremos de esa comida o de esa ducha sin prisas, evitando pensar
en lo que nos queda por hacer.
Veremos que nuestros niveles de bienestar se incrementan
gradualmente semana a semana.
Jose J. Rivero
Psicólogo
Coach Personal
Experto en Mediación y Gestión del Conflicto.
Miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva.
Imagen tomada de http://img.ibtimes.com/spanish/data/images/full/2012/11/22/24904-medici-n-de-bienestar-refiere-al-47-3-de-los-mexicanos-en-es.jpg
Veremos que nuestros niveles de bienestar se incrementan
gradualmente semana a semana.
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