José Juan Rivero*
Las
emociones juegan un papel crucial en nuestro desarrollo como personas, somos
por naturaleza seres emocionales, no podemos evitar estar influidos por las
mismas en ningún aspecto de nuestra vida, ni cuando afirmamos que somos fríos
como témpanos de hielo, ya que nuestro pensamiento, nuestras acciones están
tamizadas por una variedad de emociones, sentimientos, deseos y pasiones. Expresar una emoción forma parte de vida y nos
ayuda a que las demás personas nos conozcan mejor y puedan también
comprendernos.
El
sentir una emoción ante un hecho es una reacción natural del ser humano que nos
hace sentir que estamos vivos, además de jugar un papel esencial en nuestra
socialización. En nuestro abanico emocional nos encontramos con diferentes las
emociones básicas como la Ira, el miedo, el amor, la sorpresa, la tristeza y la
alegría que cumplen una misión de adaptación favoreciendo nuestra supervivencia
en el entorno, nos permiten adaptarnos y reaccionar a diferentes amenazas o
estímulos vitales. La manifestación de estas emociones está acompañada de una
respuesta física determinada. En muchas ocasiones una mala gestión, por
desadaptaciones adaptativas principalmente, nos pueden ocasionar diferentes
problemas debido a que nos dejamos dominar o inundar por dichas emociones.
Cada
persona a lo largo de su vida aprende a reaccionar emocionalmente ante una
misma situación, algunos pueden reaccionar de una manera intensa y otros de
manera tranquila y esto tiene que ver con muchos factores como la personalidad,
la crianza, la cultura, etc. El saber cómo expresarlas requiere que seas capaz
de gestionarlas, canalizarlas, interpretarlas y darle una forma de expresión
adecuada.
La
inteligencia emocional es una fortaleza humana que nos permite percibir,
valorar y expresar emociones con exactitud, esa habilidad que nos permite
acceder y generar sentimientos que faciliten el pensamiento; que nos ayuda a
comprender las emociones a conocerlas y al mismo tiempo nos da la capacidad de
regular dichas emociones facilitando nuestro crecimiento emocional e
intelectual.
La
vivencia emocional produce en nosotros reacciones negativas y positivas que nos
ocasionan dificultades tanto a nivel personal como en nuestras relaciones con
los demás. Quitándonos en ocasiones fuerza y vitalidad para continuar con
nuestras actividades diarias.
Sin
embargo, el conocimiento adecuado de las mismas: su expresión, su
interpretación y su derivación nos permiten aumentar nuestro bienestar. Pero
además cuando potenciamos en nuestra vida las emociones positivas ampliamos
nuestro campo de posibilidades, volviéndonos más reflexivos, creativos y
optimistas, lo que nos permite transformar nuestra realidad personal, mejorando
nuestro bienestar, lo que nos hace sentirnos más felices.
*Psicólogo y miembro de
la Sociedad Española de Psicología Positiva
@jriveroperez
No hay comentarios:
Publicar un comentario